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Van 25 minutos del primer tiempo e Independiente necesita ganar como sea. Parece como si fuera hoy o nunca. Tiene un penal a favor con el partido empatado. Sin embargo, Daniel Montenegro patea y el arquero Marcos Díaz la desvía al córner. Ya ni de penal. El rival del rojo es Huracán, pero poco importa porque Independiente compite contra si mismo.
Los insultos y los silbidos se hacen dueños de una noche complicada en Avellaneda. Igual, esto ya es común en los últimos 15 años. Sí, es común. Pasó en 2013 cuando los resultados no se daban y el descenso se acercaba. Pasó en 2012 cuando estuvo 15 encuentros sin conseguir un triunfo. En 2011 cuando se fue Antonio Mohamed. También en 2010 y en 2002, las dos veces en la historia que el rojo salió último de un torneo. En el último tiempo, solamente en 2000 y en 2002 terminó en el podio de un campeonato. ¿Cuánto hace que Independiente no se hace respetar y pierde de local y de visitante contra cualquier rival? Porque antes los que le ganaban eran Boca o River, después pasaron a ser Rosario Central o Newell’s y ahora son los que juegan en la B Nacional, Huracán, Atlético Tucumán e Independiente de Mendoza.
Los referentes del equipo terminan incendiados. A Montenegro lo silban e insultan de arriba abajo por sus malos partidos. Facundo Parra se vio envuelto en una pelea con varios hinchas a la salida de los vestuarios. Morel Rodríguez ni concentra. Federico Insúa es suplente. No hay paciencia ni tolerancia. Los hinchas están cansados de ver a un Independiente por el piso que se arrastre en la cancha desde hace años.
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Lo anímico pesa mucho. Los contrarios saben que si pegan de entrada después es difícil que Independiente se levante rápido. En el ataque le falta un 7 que desborde y meta centros para que Sebastián Penco la meta de cabeza. Hoy no lo tiene. Matías Pisano juega mucho más por adentro. En la defensa, los jugadores no logran anticipar o leer las jugadas o los movimientos del contrario. Los mediocampistas logran manejar bien la pelota de a ratos, pero pocas veces les alcanza para dominar los partidos. La situación es tensa, complicada, oscura y hasta por momentos vergonzosa. Pero, Independiente ya está acostumbrado.