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Otra vez Javier Mascherano llora. Igual que en Alemania 2006 y Sudáfrica 2010. Sin embargo, esta vez las lágrimas son de alegría y no de tristeza. La imagen se queda con Mascherano. Es la figura adentro y afuera de la cancha. No hace un gol, no mete pases gol, ni siquiera remata al arco. Simplemente corre, cubre espacios, se tira al piso en el minuto 88 para tapar lo que era un remate peligroso de Robben y le hace jugar el peor partido del Mundial al holandés. Suficiente para transformarse en el mejor dentro de un partido de ajedrez donde Argentina hace un partido perfecto defensivamente para controlar a Robben, Sneijder, Van Persie y compañía.

Termina el partido con suplementario y todo como no podía ser de otra manera. 0 a 0 y a los penales para definir quien pasa a la final. Ya casi no le quedan energías, pero Mascherano sigue el juego. No se desconecta un segundo y ahora le toca hacer figura al arquero Sergio Romero. ¿Va a patearle penales para entrenarlo? ¿Va a ayudarlo a estirar los músculos? Nada de eso, sólo necesita decirle algo: “mirame, hoy te comés el mundo, hoy te convertís en héroe”. Romero lo lleva a la práctica. Ataja dos penales holandeses y Argentina vuelve a una Final del mundo tras 24 años.

“No le tenemos miedo a Alemania”, avisa Mascherano. Sí, sigue, no se cansa de hablar y de jugar. Se siente cómodo en el equipo argentino. Antes corría solo para todos lados. Ahora lo ayudan Lucas Biglia, Enzo Pérez y hasta Ezequiel Lavezzi. De pronto, Argentina sabe a lo que juega y a Sabella le gusta. El equipo está bien parado y concentrado del medio para atrás para no darle espacios a nadie. Ya borraron a Hazard, a De Bruyne, a Sneijder, a Van Persie y a Robben. Todos talentos a nivel mundial que quedaron reducidos o chiquititos ante la asfixiante marca argentina.

Alemania no tiene a ninguna de esas figuras que pueden ganar solos los partidos. Peor, el conjunto que dirige Joachim Low tiene un equipo. Si Ozil es anulado, aparecen Muller y Klose. Si los dos delanteros están bien marcados, aparecen Schweinsteiger y Toni Kross con su velocidad y pases quirúrgicos. Arriba hacen todo bien, abajo se les complica un poco. Ya se cansaron de llegar al final de los torneos y no poder ganarlos. El último título que lograron es la Eurocopa de Inglaterra 1996. Es La selección de fútbol que mejor juega, pero le falta un título para coronarlo.

 

A Argentina le pasa algo parecido. No sale campeón desde la Copa América de Ecuador 1993. Luego, fracasos, frustraciones y dos finales de Copas Américas perdidas de manera increíble ante Brasil.

El domingo en el Maracaná una de las dos cortará la mala racha en la tercera final en Mundiales entre ambos. Antes 1986 y 1990. Es la primera vez que esto sucede en la historia de los Mundiales. Para que sea Argentina, no sólo la defensa deberá rozar la perfección, sino también el mediocampo y la delantera. Para que sea Alemania, sus jugadores deberán “volar” como lo hacen durante los partidos y demostrar que las defensas perfectas solamente detienen grandes jugadores y no a los grandes equipos.

Último partido entre Alemania y Argentina: